Twitter, apología de la síntesis


Hagamos una apología de la síntesis: Twitter en menos de 140 caracteres.

Año 2006, empieza el declive de los costosos mensajes de texto que permiten de 140 a 160 caracteres. Inicia la era smartphone con el iPhone.

Hoy es más una plataforma de visibilidad de contenidos que red social, aunque ha mejorado las funciones de interactividad entre usuarios.

La información fluye en cascada y en tiempo real. Cuantas más personas sigamos más publicaciones veremos.

La cantidad de seguidos está en proporción a los seguidores. No podemos seguir a más de los que nos siguen. El algoritmo anti spam controla.

Proporciona cuentas verificadas para perfiles influyentes. Se toma en serio la suplantación de identidad. Protege al usuario.

Atractivo por simple y adaptable. Su potencial está en el alcance de tweets reforzados con etiquetas. Un mensaje puede llegar a millones.

Sirve para buscar empleo, contactar empresas, conocer profesionales, compartir contenido, informarse o interactuar. Es versátil.

Los profesores pueden investigar, difundir y dar clases abiertas. Construir comunidad de aprendizaje.

Los estudiantes pueden participar en debates, emprender proyectos, expresar ideas, establecer redes y aprender de otros.

Puede ser un instrumento para conectarse con el mundo o una trinchera para iniciar una revolución. Exige inteligencia y responsabilidad.

Su simplicidad desafía nuestra capacidad de síntesis: decirlo todo en menos espacio. Hay que pensarlo bien antes de expresarlo.

No estar en Twitter es casi como no existir. Se construye identidad digital: ser activo, escribir mejor, leer bien y cuidar detalles.

¿Un consejo? Sea claro, cuide la ortografía, cultive la interacción y aporte valor. Mantenga su presencia. La red lo observa.

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